"Busco con ahínco que mi obra – el cuadro – sea un fiel reflejo de mis inquietudes. Un mensaje, que ofrezco, sin traicionar mis sueños ideales."... "La temática de mi obra es un espacio en movimiento, un mundo interior transcendente y vago, como sueños que giran alrededor de un viaje, de un camino en la montaña… y una meta “Lontana”... La intención es expresar de un modo simbólico, determinados sentimientos, en determinados momentos de una vida humana”
Rodolfo Francisco Molina, en “Rodolfo Molina y sus Sueños”, artículo escrito por Darío Cossier en la revista Dominical de La Prensa Gráfica, 20 de Noviembre, 1983
"Pintar es una necesidad interna. Un lienzo en blanco significa ganas de hacer algo. Es una potencialidad de lo que se puede hacer, es algo mío que estoy dando... pinta desde que tenía ocho años siendo una vocación que lleva en el alma."
Rodolfo Francisco Molina en artículo "Ese extraño deseo de volar" publicado por El Diario de Hoy el 9 de Junio de 1999.
Rodolfo Molina comenzó a estudiar pintura cuando era niño en el estudio de Mina Heymann quien representaba la escuela de Valero Lecha. A Lecha se le da crédito por haber establecido las bases de la pintura salvadoreña. “Cuando éramos niños, todos los sábados caminábamos al estudio de la Señorita Mina” recuerda su hermana Mari.“Los tres hermanos nos divertíamos mucho con sus historias mientras ella nos enseñaba con gran paciencia sus conocimientos de pintura. Rodolfo solía conversar largas horas con su maestra y es el único de los tres hermanos que continua yendo a su estudio a través de los años” En su adolescencia, Rodolfo solo piensa en pintar y las paredes en casa de sus padres comienzan a cubrirse de sus creaciones. Pero, la vida familiar de Rodolfo Molina sufre un cambio dramático a finales de los 70's. El Salvador ya no es un lugar seguro y sus padres deciden enviar a sus hermanos menores a estudiar al extranjero. Lo mismo ocurre con muchos de sus amigos cercanos. En "El Salvador: algunos apuntes y una entrevista", publicado por la revista de arte y pensamiento Atlántica, No. 31, 2002, Las Palmas de Gran Canaria, Rodolfo Molina escribe: "ya para mil novecientos setenta y nueve habían comenzado las presiones políticas, en uno de los períodos más difíciles y desastrosos de la historia salvadoreña. Sin embargo, en San Salvador, se dio un momento muy importante para las artes plásticas salvadoreñas. La crisis política y social propició cambios, posiciones y expresiones de todo tipo: desde lo panfletario al escapismo". Con este bagaje, Rodolfo ingresa a la Universidad en donde conoce al arquitecto y pintor salvadoreño César Menéndez. Con César, Rodolfo incursiona en las distintas técnicas de la pintura y su amor por el arte crece. En 1977, mientras Rodolfo cursa su último año de bachillerato, Janine Janowski, intelectual de origen francés, funda la galería “el laberinto”: un espacio caracterizado por la libre expresión, experimentación y el pensamiento crítico que se mantiene al servicio de los artistas y el público salvadoreño durante más de 20 años. A inicios de los 80’s, Janine descubre una obra de Rodolfo en un taller para enmarcar cuadros. Ella averigua a quien pertenece la obra y lo contacta. En 1981, Rodolfo, siendo un joven estudiante de arquitectura, expone sus obras al público por primera vez en esta galería. A partir de ese momento Janine Janowski y Rodolfo Molina inician una relación profesional y una amistad que perduraría por el resto de sus vidas. En el "laberinto" Rodolfo se introduce al mundo del Arte en El Salvador. A inicios de los 80's, Carlos Cañas, considerado un pilar de la plástica salvadoreña, y Julio Sequeira, artista Nicaragüense cuya obra trasciende a nivel internacional, exponen a su lado en "Vivencias": una iniciativa cuyo tema es libre abriendo un mundo nuevo de instalaciones para expositores y expectadores. En este espacio también exponen sus creaciones Negra Álvarez, María Kahn, Luis Lazo Chaparro y Licry Bicard. Ellos se convierten en compañeros de andanzas por el mundo del Arte y crean una amistad que Rodolfo atesora toda su vida. En menos de un año, la pintura de Rodolfo viaja por Centroamérica y Estados Unidos obteniendo una estupenda acogida entre críticos y amantes del arte. En 1983, el Ayuntamiento de Madrid, en colaboración con el Instituto de Cooperación Iberoamericana, convoca al Premio Cristóbal Colón, que en su primera edición está dedicado a la pintura y abraza la participación de artistas iberoamericanos con una sola obra por autor. Negra Alvarez, Raúl Elas Reyes y Rodolfo Molina son seleccionados para representar a El Salvador en dicho certamen por una comisión constituida en Costa Rica para tal efecto. Es así como en 1984, Rodolfo recibe una mención de honor en Madrid por su obra "Cerca del Mar" y se abre camino por Europa. En su juventud, la pintura de Rodolfo sigue la tendencia abstracta pero no está apegado a esa escuela. Su pintura es intuitiva, experimental y esta refleja sus sueños y sentimientos. En entrevista publicada por El Diario de Hoy el 8 de Noviembre de 1981, Janine Janowski afirma: “Rodolfo Molina es talento, Rodolfo Molina es juventud. El talento es siempre joven; en Rodolfo es un talento precoz, lleno de mundo interior, de búsqueda con síntesis personal, de fuerza distribuida. Rodolfo Molina calla, oye…y pinta. Rodolfo absorbe, observa... y pinta. La atmósfera que lo rodea propicia la concentración, la disciplina libremente consentida y el espíritu activo. Rodolfo tiene 23 años, estudia arquitectura, goza de la música clásica y contemporánea y pinta. Quince cuadros son los suficiente para convencernos de la firme y vigorosa espontaneidad de su expresión”.