En 1992, Rodolfo Molina regresa a Chicago para participar en la exhibición “Los Encuentros” organizada por The School of the Art Institute of Chicago en celebración de los 500 años del descubrimiento de América. En el catálogo de dicha exhibición, Rodolfo escribe: “Al ingresar a la escuela del Instituto de Arte de Chicago, yo estaba preparándome para un cambio grande y necesario. Me molestaba el hecho de que por ese tiempo mi trabajo hubiese tomado un giro y una intención un tanto efectista. Aun consciente de la necesidad de un cambio, este no podía ocurrir inmediatamente, de modo que puedo definir dos etapas bien marcadas durante mi estancia en Chicago: la primera, de adaptación y búsqueda y la segunda etapa, donde mi nuevo trabajo se define. Creo que tanto los elementos de encuentro así como el sincretismo han sido básicos para los cambios ocurridos en mi trabajo. El encuentro con una cultura por completo diferente, necesariamente me condujo al encuentro con mi propia identidad cultural iberoamericana (una identidad que antes de venir a Chicago simplemente daba por hecha). El contraste de ideas y de actitudes, en especial con relación al arte: Mi entrenamiento pictórico anterior había tendido al academicismo y hacia el modernismo Europeo. En cambio el SAIC (School of the Art Institute of Chicago) fue el lugar ideal para la experimentación y la búsqueda de nuevas expresiones. De mi trabajo actual podría decir que este se refiere a momentos históricos utópicos, relacionados con la “manera” Iberoamericana."